A PROPÓSITO DEL TIEMPO DE LLUVIAS.
Hoy es primero de mayo. El primero de mayo de hace 100 años ¿Estaría nublado? miércoles, 14:42 horas. El clima: 13 grados centígrados. Primavera, desde luego. Húmedo, nublado, lluvias aisladas. El tiempo. Alfonso Reyes habla sobre la importancia del tema del tiempo en las relaciones sociales. Ahora no se habla del tiempo que hay, sino del que puede haber. La ciencia siempre presente inclusive en las pláticas cotidianas. El prónostico del tiempo dice que lloverá… nos molestamos cuando es atinado y en verdad llueve, la lluvia siempre molesta, pica y moja, enfría, incomoda. Es como la democracia, es mejor verla desde la ventana. Ver llover es uno de los mayores placeres, oir la lluvia, oler la lluvia, ver la lluvia, sentir la lluvia desde lejos, como golpea las plantas, como rebota en el suelo y todo lo bautiza, como el viento la lleva y la trae, y ella, necia, sigue cayendo y bañándolo todo, como si estuviera empecinada en dejar su huella, su agua, por todos lados. Así sucede con el pueblo revolucionario. Se empeña en dejar su huella por todos lados, la revuelta, la vuelta al orígen decía Paz, es un término desusado por vulgar, pues no representa un movimiento con ideología sino nada más un tumulto desordenado. Quien puede ver desde la ventana la lluvia y no cantar en ella, no bailar en ella ¿tiene derecho a disfrutar de los resultados de la revuelta? ¿Es la revuelta una manera de delegación de lucha? ¿Porqué revolver y no revolucionar? ¿Es lo mismo? No. Revolver es volver de nuevo, volver al origen. Revolucionar, es evolucionar rápidamente, sin esperar el paso del tiempo que da la maduración. ¿Será eso? Será la maduración lo que nos da la posibilidad de sentarnos y ver llover y acordarnos de cuando nos mojabamos con la lluvia? De aquellas ocasiones en que la tormenta era tan terrible que quisimos resguardarnos bajo un toldo, pero que nos resignamos a esperar a que la lluvia terminara, la tormenta, violenta que con su chisporroteo en el pavimento nos mojaba de rebote, las gotas que se colaban entre el toldo y el periódico con el que uno suele protegerse la cabeza. ¿Porqué cuando llueve nos protegemos la cabeza? Será el miedo a que las ideas se mojen. Cuando derrepente tomamos la decisión, tomamos nuestras fuerzas y nos metemos literalmente en la tormenta, corremos y brincamos charcos, saltamos obstáculos, vamos de techo en techo, nos identificamos con los que corren a nuestro lado, sonreimos, pero también sufrimos. Sentimos la misma pena cuando alguien desprevenido cae en un charco o algo le salpica. Corremos con todas nuestras fuerzas, a veces más lento, pues nos resignamos a mojarnos, siempre siempre ---y eso es de llamar la atención--- nos protegemos la cabeza. Hay algunos que pasan desprevenidos con paraguas, no voltean a ver a los que no lo traen, son distintos, son otros. Ellos caminan sin participar de la remojada, se sienten privilegiados pues el paraguas cubre sus cuerpos del remolino, es como si tuviesen un velo. A veces algunos se animan y cierran su paraguas para correr junto a los demás. A veces otros se quedan resguardados en el toldo y no corren, esperan a que pase y disfrutan del sol, de la calma posterior. Los que esperan y los que sin justificación solamente ven llover, los pasivos, los indiferentes, los del paraguas, los del toldo, los que se quedan en casa. Los jóvenes, los hombres y las mujeres que temen empaparse ¿Disfrutarán y valorarán igual la calma postrera? La juventud, la infancia, el miedo a la lluvia, a la tormenta viene siempre después. La revuelta sin ideología, la revolución entronada como la reina del movimiento popular, la tormenta de tormentas. ¿Es la revuelta un chipi-chipi? Volver a comenzar, es lícito, a veces necesario. Cuando el camino ha sido equivocado. Cuando hemos virado en la dirección falsa, no necesitamos re-evolucionar, necesitamos re-volver. Re-encontrar el camino. No ver llover, sino mojar-nos. Mojar-se y ser. Dejar que las ideas caigan como balas, sentirlas, dejarlas que nos empapen, que nos bauticen, protejamos sí nuestra cabeza, pues las ideas que nos penetran sin razón, que no entendemos a voluntad, a veces perjudican nuestro entendimiento. Memoria, razón e imaginación, entendimiento general, empapado, regado de gotas compartidas.
Empieza a llover, cojo mis cosas y salgo.
Hoy es primero de mayo. El primero de mayo de hace 100 años ¿Estaría nublado? miércoles, 14:42 horas. El clima: 13 grados centígrados. Primavera, desde luego. Húmedo, nublado, lluvias aisladas. El tiempo. Alfonso Reyes habla sobre la importancia del tema del tiempo en las relaciones sociales. Ahora no se habla del tiempo que hay, sino del que puede haber. La ciencia siempre presente inclusive en las pláticas cotidianas. El prónostico del tiempo dice que lloverá… nos molestamos cuando es atinado y en verdad llueve, la lluvia siempre molesta, pica y moja, enfría, incomoda. Es como la democracia, es mejor verla desde la ventana. Ver llover es uno de los mayores placeres, oir la lluvia, oler la lluvia, ver la lluvia, sentir la lluvia desde lejos, como golpea las plantas, como rebota en el suelo y todo lo bautiza, como el viento la lleva y la trae, y ella, necia, sigue cayendo y bañándolo todo, como si estuviera empecinada en dejar su huella, su agua, por todos lados. Así sucede con el pueblo revolucionario. Se empeña en dejar su huella por todos lados, la revuelta, la vuelta al orígen decía Paz, es un término desusado por vulgar, pues no representa un movimiento con ideología sino nada más un tumulto desordenado. Quien puede ver desde la ventana la lluvia y no cantar en ella, no bailar en ella ¿tiene derecho a disfrutar de los resultados de la revuelta? ¿Es la revuelta una manera de delegación de lucha? ¿Porqué revolver y no revolucionar? ¿Es lo mismo? No. Revolver es volver de nuevo, volver al origen. Revolucionar, es evolucionar rápidamente, sin esperar el paso del tiempo que da la maduración. ¿Será eso? Será la maduración lo que nos da la posibilidad de sentarnos y ver llover y acordarnos de cuando nos mojabamos con la lluvia? De aquellas ocasiones en que la tormenta era tan terrible que quisimos resguardarnos bajo un toldo, pero que nos resignamos a esperar a que la lluvia terminara, la tormenta, violenta que con su chisporroteo en el pavimento nos mojaba de rebote, las gotas que se colaban entre el toldo y el periódico con el que uno suele protegerse la cabeza. ¿Porqué cuando llueve nos protegemos la cabeza? Será el miedo a que las ideas se mojen. Cuando derrepente tomamos la decisión, tomamos nuestras fuerzas y nos metemos literalmente en la tormenta, corremos y brincamos charcos, saltamos obstáculos, vamos de techo en techo, nos identificamos con los que corren a nuestro lado, sonreimos, pero también sufrimos. Sentimos la misma pena cuando alguien desprevenido cae en un charco o algo le salpica. Corremos con todas nuestras fuerzas, a veces más lento, pues nos resignamos a mojarnos, siempre siempre ---y eso es de llamar la atención--- nos protegemos la cabeza. Hay algunos que pasan desprevenidos con paraguas, no voltean a ver a los que no lo traen, son distintos, son otros. Ellos caminan sin participar de la remojada, se sienten privilegiados pues el paraguas cubre sus cuerpos del remolino, es como si tuviesen un velo. A veces algunos se animan y cierran su paraguas para correr junto a los demás. A veces otros se quedan resguardados en el toldo y no corren, esperan a que pase y disfrutan del sol, de la calma posterior. Los que esperan y los que sin justificación solamente ven llover, los pasivos, los indiferentes, los del paraguas, los del toldo, los que se quedan en casa. Los jóvenes, los hombres y las mujeres que temen empaparse ¿Disfrutarán y valorarán igual la calma postrera? La juventud, la infancia, el miedo a la lluvia, a la tormenta viene siempre después. La revuelta sin ideología, la revolución entronada como la reina del movimiento popular, la tormenta de tormentas. ¿Es la revuelta un chipi-chipi? Volver a comenzar, es lícito, a veces necesario. Cuando el camino ha sido equivocado. Cuando hemos virado en la dirección falsa, no necesitamos re-evolucionar, necesitamos re-volver. Re-encontrar el camino. No ver llover, sino mojar-nos. Mojar-se y ser. Dejar que las ideas caigan como balas, sentirlas, dejarlas que nos empapen, que nos bauticen, protejamos sí nuestra cabeza, pues las ideas que nos penetran sin razón, que no entendemos a voluntad, a veces perjudican nuestro entendimiento. Memoria, razón e imaginación, entendimiento general, empapado, regado de gotas compartidas.
Empieza a llover, cojo mis cosas y salgo.
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