¿Necesita México un Obama?
Por: Geraldina González de la Vega
Quizá con el título, querido lector, estarás pensando en que vengo a hacer un panegírico de los Obama. No. Lo que quiero es resaltar la necesidad de figuras carismáticas en México, de “role models”. Y no sólamente en la política, sino en general. México tiene frente a sí misma ejemplos en la política, en el deporte, en el ámbito artístico con los cuales no se identifica o identifica su lado negativo. Líderes pesimistas, faltos de esperanza, que regañan, despotrican de otros, que advierten malos tiempos, futuros oscuros y días grises. Figuras que son mal operadas, reciben balazos, que golpean a otros o son golpeados, que hacen malas bromas a los colegas, en fin. Figuras que no nos inspiran a nada, más que a la tristeza, la pesadumbre, la desilusión, el pesimismo, el coraje. ¿Qué líder en México ha sido capaz de inspirar a su público en los últimos años? ¿Qué figura del ámbito de la política o social ha hablado sobre las posibilidades, sobre las oportunidades, sobre la necesidad de tomar el presente en nuestras manos para encarar el futuro? Que yo recuerde ninguno.
Y por eso pregunto en mi título si es que México necesita un Obama. ¿Recuerdan su campaña en 2008? Sus discursos, sus palabras de esperanza, cambio y renovación, sobre un nuevo comienzo. Con dos simples frases “Hope y Yes, we can” logró levantar el pesimismo y renovar la esperanza de muchos. ¿Dónde está el Obama que México necesita? En esos días Estados Unidos estaba sumido en uno de sus peores momentos históricos con la bélica presidencia de G.W. Bush, y recibió aire fresco con la campaña de un joven demócrata de Illinois que no tuvo miedo en decir sí se puede y además, sí se puede de otra forma. Estas palabras que lo catapultaron a la Casa Blanca y después le valieron un –sí, muy prematuro- premio Nobel de la paz, son lo que desde mi punto de vista hace mucha falta a nuestro país, hoy lleno de muerte, balas y soldados.
Pueden hacerse comparaciones entre la guerra fallida en Irak y la guerra fallida contra el narcotráfico en México. No sólo desde el punto de vista del discurso de confrontación, persecución del “enemigo” y política del miedo o desde el punto de vista del número de ataúdes; sino desde el punto de vista de la percepción y la recepción de esta guerra en la sociedad. La sociedad estadounidense en el 2008 era una sociedad deprimida, enojada, pesimista de cara a su futuro y a sus posibilidades. Obama, más allá de las ideologías, representó un nuevo comienzo, revivió los ánimos de todos. Hasta de los más conservadores para oponerse, para renovar su credo, para decir qué tipo de sociedad, qué tipo de nación querían ser. Tan revivieron, que trajeron a Sarah Palin de Alaska para inspirarlos, para animarlos. Podrá parecernos la mujer más estúpida del polo norte, pero la realidad es que Palin surgió como el némesis de Obama, como la figura inspiradora del otro lado del espectro político. Y ella, a su manera, inspiró a muchos también.
¿Qué pasa en México? ¿Dónde está nuestro Obama y nuestra Palin? Estamos a un año de las campañas presidenciales y a dos años de las elecciones presidenciales. No veo por el momento a nadie que venga y nos hable, nos inspire. Nos diga que esos 22mil muertos y estos 4 años en guerra han sido efectivamente malos, pero que el futuro es prometedor. Que hay otra forma de hacer las cosas. Que no somos los desafortunados del mundo. Que hay que poner la esperanza en nuestros niños y jóvenes. En cambio, se hacen alianzas con el Sindicato de maestros perjudicando con ello la educación, la Secretaría de Educación y la de Salud deciden que no “tranzarán” para que nuestros niños dejen de ser obesos. Se ponen trabas políticas para apoyar a nuestros niños en todos los ámbitos, ¿qué no debería ser un tema en que todos los partidos y todas las ideologías deberían estar de acuerdo? ¿Son acaso politizables los intereses de los niños y jóvenes? Parece que sí pues no se pone un sólo plan de reforma educativa sobre la mesa. El Presidente sólo habla de guerras, muertos, y cómo sus errores no deben ser criticados, cómo los mexicanos, todos, debemos anteponer los intereses de “la Nación” a los nuestros y callarnos.
Tenemos un Gobierno en el que rige el principio de criminalidad y no el de inocencia. Matan a nuestros niños y a nuestros jóvenes y nos dicen que eran delincuentes, es decir, “lo merecían”. Se reducen presupuestos en ciencia y tecnología, así como para escuelas y universidades, y en cambio se aumentan para comprar más pistolas y más tanques y aviones de super lujo. El secretario de la Defensa nos dice que los niños y jóvenes muertos por el ejército son daños colaterales y el Presidente se atreve a decirnos que el 95% de los muertos no son importantes y que no es tan grave el número, pues “sólo” el 5% eran civiles. Como si hubiera mexicanos de primera y de segunda y como si los mexicanos estuvieramos dispuestos a sacrificar a los nuestros en nombre de una guerra sobre la que nadie nos preguntó. Ni siquiera a nuestros representantes, que más que representarnos, se representan a ellos mismos y luego, a los intereses de sus partidos que están bien lejos de ser los del pueblo. La guerra es una guerra contra nuestra juventud, atrapada entre las balas y la sangre y que no encuentra salida. Entre declaraciones y análisis, encontramos epítetos como los “ni-ni” que buscan explicar por qué nuestros jóvenes no hacen nada.
El caso es que no hay ningún líder, ninguna figura que sea capaz de pararse ante un público que ansía esperanza, que tiene su futuro por delante y éste se mira muy negro, para decirles “puedes”. Ninguno es capaz de hablar a los jóvenes y mostrarles que tienen un futuro brillante, que sí existe y que “sí se puede”. El Presidente regaña y justifica. Los políticos ensimismados luchan entre sí y se burlan de sus peinados y sus narices. Los jóvenes de México carecen de ejemplos.
Por eso la visita y el discurso de Michelle Obama el miércoles pasado en la Universidad Iberoamericana logró conmover a esos jóvenes de diversas instituciones y varias edades. El discurso que pronunció Michelle Obama en el patio frente a rectoria de la UIA logró involucrar a su público. Algo que parece que nuestro Gobierno y nuestros políticos no buscan desde hace mucho. Encapsulados en su mundo, hacen la guerra contra ellos, los jóvenes.
Michelle Obama nos habló sobre el futuro, sobre la responsabilidad, sobre el trabajo y la esperanza. Sobre lo que necesitamos, lo que hay que hacer siguiendo ejemplos grandes, locales e internacionales.
El discurso de Michelle Obama cayó como día de fiesta a un México triste, apesumbrado, con un futuro borroso y un presente rojo.
Por eso vale la pena echarle un vistazo aquí. Vale la pena leerlo y pensar que a pesar de todo, el futuro de México, como todos las naciones, en todas las épocas, está en los niños y jóvenes y por eso es indispensable enfocarnos en ellos: Oportunidades y Educación (sí, con mayúsculas) deberían ser las prioridades del Gobierno.
El discurso está estructurado de forma clásica. Una fase introductoria, donde atrae al público, se identifica y logra el aplauso con una frase “catchy”; el cuerpo, donde viene la parte fuerte, pausada y seria que es el contenido del discurso, lo que se quiere decir; y concluye con una frase fuerte que resume y cierra la idea.
Michelle Obama abrió su speech con la cercanía de Estados Unidos y de México, no sólo por la frontera que compartimos, sino por los valores a los que aspiramos. Michelle Obama ganó a su público hablando español al contar qué pensó cuando debió elegir el país para su primera visita a solas: "México por supuesto", ya echado en la bolsa, habló seriamente a su público, presente física y virtualmente. Habló sobre la enorme proporción de jóvenes que hay en el mundo en general, y en México en particular, y cómo son ellos quienes deberán enfrentar los retos de la historia. Nos recordó las enormes posibilidades gracias al avance de la tecnología y la comunicación. Cómo hoy el mundo está conectado de sur a norte y de este a oeste. Algo así “como chicos, la responsabilidad del futuro está en sus manos, ustedes tienen las herramientas para lograrlo”.
El discurso fué un tipo de "inauguration speech" de Michelle Obama pues advierte que su línea de trabajo internacional como primera dama será la inspiración de jóvenes. Habló de cómo los líderes y gobiernos no pueden solos con la responsabilidad y cómo es necesario que los ciudadanos se involucren y compartan su responsabilidad, advirtió: ello incluye a los jóvenes. Y para ello tenemos que abrirles todas las puertas y darles todas las oportunidades, independientemente de su orígen, religión, etnia, habilidades o clase socioeconómica, porque “el potencial puede ser encontrado en los lugares más insospechados”.
Michelle Obama habló de la idea muy gringa del “God given potential”. De la importancia de dar oportunidades iguales para todos. Michelle Obama contó su historia y la de su marido. Cómo los dos, por separado, lograron llegar hasta donde quisieron. Gracias a las oportunidades y al trabajo duro y responsable. “En aquellos tiempos, cuando eramos jóvenes, nadie hubiera podido predecir que un día seríamos el Presidente y la primera dama de los Estados Unidos.”
Michelle dió en el corazoncito patriótico de su público ¡qué falta nos hace tener héroes de talla internacional! y es que después de su historia, nos contó la de Benito Juárez. Dejo el párrafo en su idioma original:
And our stories are not unique. They’re the stories of countless young people in
Después habló en los mismos términos sobre Abraham Lincoln, Juana de Arco. En fin, sobre héroes y figuras en la historia que nos muestran que “la perspectiva inusual y la jornada improbable han sido la llave al progreso”. Y advirtió, pero “no crean que ustedes ya la hicieron por haber tenido oportunidades. Tienen que ayudar a los demás, a quienes no tuvieron o no tienen las mismas oportunidades que ustedes. Se trata de solidaridad y responsabilidad también”. Michelle Obama recordó a su público en la Ibero que: “A quien mucho se ha dado, mucho se espera de él.”
Siguió con tres ejemplos. “Imagínense qué hubiera pasado si Mahatma Ghandi, Nelson Mandela o la Madre Teresa hubieran sido unos egoístas, se hubieran preocupado sólo por sus intereses, la historia sería muy distinta”. - Michelle dió reconocimiento a tres mexicanos que se han dedicado a ayudar y dar oportunidades a otros. Alberto Salvador, Mariana Vazquez del Mercado y Alberto Irezabal.
Después habló sobre la falta de confianza y de seguridad de algunos jóvenes que no han tenido oportunidades o situaciones de privilegio para forjarse un futuro más prometedor. De nuevo, Michelle Obama contó su historia, cómo ella en algún momento se sintió insegura de poder seguir y aprovechar sus oportunidades. Al final dice “todo lo que tienes que hacer, es creer en tí mismo. Si te rehusas a dejarlo todo, entonces verás que no hay nada que no puedas lograr.”
Siguió con uno de los lemas de la campaña de Barack Obama: Hope. Dijo que tiene esperanza de un mundo mejor, más justo, en donde todos tengan las mismas oportunidades y reciban el mismo trato. Y vinieron otras palabras que a muchos inspiraron: “ Yo espero que ustedes piensen en los jóvenes que hace dos siglos lo arriesgaron todo por la independencia de México. Yo espero que ustedes piensen sobre los jóvenes en América que pelearon para asegurar que todos los ciudadanos, no importando su género o el color de su piel, fueran tratados equitativamente ante la ley. Ustedes, como yo, estamos aquí gracias a ellos.”
Después de leer un email de una trabajadora social en Port au Prince, Haití que hablaba sobre su esperanza para recuperar la Isla, Michelle Obama concluyó fuerte:
“Yo espero que cada uno de ustedes, y la gente jóven a lo largo del planeta, tome la responsabilidad de ese trabajo, el trabajo de ayudar a otros que lo necesitan, el trabajo de construir naciones fuertes y un mundo mejor, porque si queremos enfrentar los retos de nuestro tiempo, si vamos a hacer de nuestro mundo un lugar más seguro y más sano y más próspero y más libre, vamos a necesitar la pasión y el coraje y la creatividad de cada uno de ustedes.
Vamos a necesitar que trabajen lo más duro posible, y hagan lo más que puedan, empujados por la convicción que siempre ha caracterizado al espiritu de la juventud. ---Tres simples palabras. Si, se puede.”
El “sí se puede”, fué pronunciado en español. El discurso fué redondo. Michelle Obama terminó ovacionada como Rock Star, con un público conmovido, energizado y lleno de esperanza al ritmo del grupo de rock Muse que se escuchaba en las bocinas de la Universidad de ladrillos. Tal y como hacía Barack Obama en 2008, no sólo con sus potenciales votantes, sino en el mundo.
¿Alguien que llene este hueco vacío en México? Se aceptan propuestas.
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