¿Prohibir el velo islámico? ¿Para qué?
Por: Geraldina González de la Vega
publicada el 3 de mayo en el Poder de las Ideas en Eje Central
Para René.
El tema del velo islámico cubrió de nuevo gran parte de las noticias en Europa esta semana. El pasado jueves, Bélgica logró pasar por la Cámara baja la ley que prohíbe el uso de la burka y el niqab. Aunque esta ley no se refiere expresamente a los velos integrales sino a quienes "se presenten en espacios públicos con el rostro cubierto o disimulado, total o parcialmente, de forma que no sean identificables" serán sancionadas con una multa de entre 15 y 25 euros y/o con una pena de reclusión de uno a siete días (El País 30/04/2010). La ley apenas recorre su camino legislativo, falta que pase por el Senado y con el tumulto político de Bélgica se antoja difícil. Pero, lo mismo dijimos la semana pasada.
En Francia se habla ya de la existencia de un proyecto de ley que sanciona el uso de la burka y el niqab con multas mucho más altas que las belgas, ascienden a los 150 euros y que podría ser complementada con un curso de ciudadanía. La novedad del proyecto francés está en que se establecería el delito de "instigación a disimular su rostro" en base a su género, destinado a aquellos que impongan el uso del velo por la "violencia, la amenaza, el abuso de poder o de autoridad". Dicho delito se puede castigar con un año de cárcel y 15.000 euros de multa y se inscribirá en el código penal en el capítulo que integra los ataques contra la dignidad humana. " (El País 30/04/2010).
Mientras escribo esta nota leo que la eurodiputada alemana, Silvana Koch-Mehrin del partido liberal (FDP) llama a una prohibición total en Europa de los velos islámicos integrales, es decir, aquellos que cubren el rostro. Dice “son cárceles móviles, su uso es una transgresión masiva de los derechos de las mujeres, debería prohibírse su uso también en Alemania y en Europa en general.”
Personalmente me parece un tema que no puede ser visto como un dilema entre permitir y prohibir. El uso de la burka y el niqab me parece que es una cuestión límite en donde entran convicciones ideológicas y religiosas arraigadas fuertemente en todas los actores. Por un lado, las mujeres occidentales que vemos en su uso un insulto a la lucha por la igualdad y la emancipación de la mujer, una objetivización del cuerpo y y de la sexualidad, así como una sumisión que no debería ser en un país que defiende valores como la libertad y la igualdad, entendemos que el uso de la burka no es necesario y que esas mujeres podrían dejar de usarla porque no hay nada ni nadie capaz de imponerselas; no comprendemos que alguien racional pueda optar libremente por cubrirse tras una sábana.
Por el otro, las mujeres musulmanas que ven en el uso del velo un símbolo de su dignidad y de su discreción, que existen mujeres que lo usan por convicción y porque ellas se sienten libres y respetables al cubrir su cuerpo ante personas del sexo opuesto. Que consideran que es una forma de ejercitar su fe y sus creencias, no sólo religiosas, también ideológicas.
Me cuesta trabajo inclinarme hacia el argumento de la libertad del uso de la burka, es decir, en su uso como elección libre, porque mi paradigma liberal me impide comprender que exista libertad en la elección de una mujer de cubrir su cuerpo con un velo integral. Pero pensar que mi punto de vista es el único correcto, me convierte en una liberal fundamentalista, que poco se distingue de los talibanes. Ya hablamos en esta revista acerca del argumento antiliberal roussoniano en tanto que “si yo sé que estoy bien, y sé que lo que busco es el bien verdadero, entonces quienes se oponen a mí están en un error.”
Es verdad que muchas mujeres que usan la burka o el niqab no lo hacen libremente, que les es impuesto por el padre, el hermano o el marido y que en muchas ocasiones su uso sirve para ocultar la brutalidad que se comete en contra de éstas mujeres. No es ningún secreto que existan muchos casos de maltrato a la mujer entre las comunidades musulmanas, como lo hay entre otras comunidades, pero ellas no son el tema que aquí trato. Hemos visto en diarios como el New York Times o El País reportajes sobre el uso de ácido en los rostros de las mujeres por no obedecer las normas sociales y religiosas de comportamiento. Probablemente algunas de las mujeres que cubren su cuerpo integralmente con un velo sean víctimas de estos crímenes, no lo sabemos. Pero tampoco sabemos quiénes sí usan la burka o el niqab por convicción propia, en ejercicio de su derecho de autonomía y libre ejercicio de la identidad y creencias religiosas.
Por lo anterior, creo que la cuestión del velo islámico, no sólo la burka y el niqab, debe ser analizada atendiendo al contexto y al fin de la prohibición.
Se dice que se pretende prohibir el uso de la burka y el niqab en espacios públicos, ello comprende desde edificios hasta espacios abiertos como parques y calles, es decir, el uso de la burka estaría permitido únicamente en lugares privados y muy pocos espacios públicos, la prohibición hará que una mujer no pueda ir a hacer el super con la burka, ni ir a recoger a sus hijos a la escuela o llevarlos a jugar. ¿Para qué? ¿Cuál es el fin de la prohibición? Oficialmente se dice que es por motivos de seguridad, pues no se sabe si debajo del velo está una mujer o alguien que quiere poner en peligro la seguridad de las personas. El argumento de seguridad me parece derrotado en la medida en que las mujeres que portan la burka han aceptado que ante una autoridad que lo solicite no tienen ningún problema para removerse el velo y mostrar su identidad. Si se teme un ataque terrorista o un asalto bancario, no es necesario prohibir el uso de burkas, el delincuente no tomará en cuenta la prohibición menor para cometer su delito. ¿Cuándo ha sido una limitante para asaltar un banco el estacionarse en un lugar prohibido?
Sin embargo, la razón que subyace a la prohibición surge de los comentarios y debates. De ellos se desprende que en realidad se razona como yo lo he hecho arriba y como lo hace hoy la diputada Koch-Mehrin, y se quiere liberar a esas mujeres del uso del velo intregal. Se habla en Francia de la “no bienvenida de la burka porque contradice los valores de la República” y en Bélgica de “una práctica medieval que pone a la mujer en condición de esclava”, sin duda estamos muchos de acuerdo con ello, pero me pregunto ¿para qué prohibirlo? ¿Cuál es el fin? ¿Para curar nuestras conciencias al no ver mujeres cubiertas de cabeza a pies tras un velo de metros y metros que no les permite ni siquiera tomar un helado una tarde calurosa de verano?
La realidad es que la prohibición de la burka tendrá dos efectos perversos: por un lado, limitará la libertad de las que usan el velo por convicción y en ejercicio de su libertad, y ello se trata de una transgresión inaceptable en un Estado democrático. Las razones por las que una mujer opta por cubrir su cuerpo integralmente no interesan a la comunidad democrática. La definición de “lo que es bueno”, o de cómo hacerse respetar, compete a cada individuo y una mayoría no puede imponerlo. Por otro lado, confinará al encierro a las mujeres que son obligadas a usar el velo para resguardarlas. Si los maridos o padres de éstas mujeres consideran que no usar la burka pone en duda su respetabilidad o su dignidad, la solución será no permitirles salir de casa jamás. Con ello habremos transgredido dos libertades, habremos arruinado dos vidas. Y la sumisión y la discriminación de la mujer sigue intacta, sino es que fortalecida, porque esa mujer que usaba la burka por imposición, quizá al poder salir a la calle, al poder interactuar con otras personas y con otros valores y modos de ver la vida, podría haber denunciado su maltrato o podría haber optado por otro tipo de vida.
Se dice que el uso del velo islámico, en todas sus variantes, al implicar que la mujer busca no provocar sexualmente a los hombres, las convierte en objetos sexuales. Que es esto, entre otras cosas, lo que hace al velo reprochable. Pero ante ese argumento me pregunto, y ¿qué sucede con las prostitutas, con las porno stars, con las vedettes, con las cabaretistas y con las mujeres que se visten para lograr precisamente una provocación sexual en los demás? ¿No se presentan ellas también como objetos sexuales? ¿Habría que prohibir por igual los velos y los negligés en público?
Me parece que si como comunidad democrática queremos que todas las mujeres sean respetadas en su dignidad y autonomía, que si buscamos que todas podamos ser libres de decidir cómo vivir, la forma de lograrlo no es prohibiendo formas de vestir o de presentarnos, sino a través de la educación, promoviendo la integración y sancionando a los hombres y mujeres que impongan vestidos y conductas que discriminen y humillen.
La vez pasada puse sobre la mesa el tema del paternalismo y la justificación de un daño por incompetencia básica (Ernesto Garzón Valdés). No creo que sea aplicable porque en el caso de las mujeres que usan la burka libremente, no hay daño. Para que pueda hablarse de paternalismo, es necesario que la persona se cause un daño voluntariamente y como ya decía yo antes, decir que es irracional usar la burka equivale a la tesis rousseauniana de la voluntad general “tú podrás creer que eres libre, tú podrás creer que eres feliz, tú podrás querer esto o aquello, pero yo sé mejor que tú qué es lo que tú quieres, aquello que te liberará” (Isaiah Berlin). Es decir, justificar la medida por incompetencia básica equivale a un liberalismo extremo, que se desenmascara tan fundamentalista como el talibán o el católico.
En el caso de las mujeres que usan la burka por imposición, la prohibición no cumplirá con el fin deseado, sí, las mujeres dejarán de usar la burka en espacios públicos, pero lo más probable es que esto sea porque ya no salen de su casa. Para proteger a esas mujeres, resulta adecuado el delito que los franceses proponen. La pregunta a los belgas sería: al final del día ¿estarán las calles más seguras sin mujeres en burka?
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